¿Que porqué me gusta tanto el cine? Ayer con los ojos fijados en el techo intentaba dilucidar tal cuestión. Y si, una de las principales razones es la envidia. La envidia a esa gente que me rodea con esas experiencias vitales tan intensas, esas historias en las cuales al escucharlas usurpo el protagonismo. Yo, una persona bastante vulgar y corrientucha NECESITO del cine para hacerme mis historias.
¿Y porqué desembucho esto? Pues viene al hilo de la fantástica experiencia del señor Benjamin Button. Ayer estaba subido al ring y aferrándome a Marisa Tomei y ahora estoy en el pellejo de Brad Pitt abrazando y follando con Cate Blanchett , viviendo mi vida al revés. Todos necesitamos de historias como la que nos cuenta David Fincher. El curioso caso de Bejamin Button aunque deja un regustillo a dejà vu( El paciente ingles, o incluso Big Fish) es una fantástica, meditada y meticulosa película, en la cual David Fincher huye de sensiblerías baratas y da a luz un relato a caballo entre el realismo fantástico y la ciencia ficción, centrándose en la apasionante y enigmática relación de los protagonistas, todo ello con un tempo medido y unas cuidadísimas imágenes que desembocan en una hipnótica aventura.
Sí, todos necesitamos de historias como ésta. Vean cine, lean, oigan y viajen…es lo que nos queda a los entes normales.
Muy bonita, de verdad.
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